martes, 6 de noviembre de 2012

I Jornadas Micológicas. Valle de Ansó

El fin de semana pasado, el Camping Valle de Ansó organizó las I Jornadas Micológicas en el valle. El sábado por la tarde nos acercamos con la cuadrilla a alparcear un poco qué es lo que allí había.


La tarde del sábado era puramente otoñal, gris y lluviosa, y después del intento de escalada matutino en Ezcaurri, frustrado por la amenaza constante de lluvia además de por la frialdad de la roca que provocaba que a mitad del primer largo hubiera que parar y esperar a que reaccionaran los dedos, decidí dedicarme a otras cosas.

 
 
 
Cuando llegamos el ambiente era cálido y agradable. La gente había llevado setas de todos los tipos para que Fernando las identificara y entre todos las clasificaron y dispusieron en dos zonas, por un lado las comestibles y por otro las tóxicas.
 
 
 
A la "mesa de identificación" seguían llegando setas de todos los tipos, y volvían a salir clasificadas y distribuidas a sus correspondientes lugares.
 
 
 

 

Mientras unos miraban guías, otros observaban las imágenes proyectadas de otras setas que, o bien porque no se habían cogido, o porque no era la época, no estaban presentes. 
 
 
 



En vista de lo allí observado y del buen ambiente reinante, decidimos apuntarnos a todas las actividades del día siguiente.

Pese a la lluvia prevista para el domingo, Elia no quería perderse la posibilidad de ir a coger setas. Así que salimos con el grueso de los recolectores a dar una vuelta por el Paco de la Fuente Alta.

 
 
Pronto empezamos a localizar setas de todos los tipos: feas, bonitas, comestibles, tóxicas, grandes, pequeñas, pasadas, frescas,...
 

 
 
 
Elia y sus amigas Aitana y Candela empezaron a llenar sus cestas de rebichuelos, fonguetas, pie azules y babosas. ¡Menudo gusto tienen las pequeñas!, además lo único que les interesaba, como a más de uno, era que fueran comestibles.
 
 
 
 
La lluvia prevista no tardó en presentarse, pero con la obsesión por las setas casi ni nos dábamos cuenta de que nos estábamos empapando. Daba igual, todos los que allí estábamos disfrutábamos de una manera u otra.
 

 
 

 
Cuando el hambre empezaba a apretar, decidimos emprender el camino de vuelta y después de cambiarnos en casa, ir a comer al Camping Valle de Ansó, donde Pedro estaba preparando un menú micológico.
 


 
 
Al ver que con las setas recolectadas se podía hacer algo, Pedro se aplicó de forma eficiente. Mientras tomábamos un buen vino, antes de comer, el "chef" nos iba sacando platos de los distintos tipos de setas a modo de degustación.

 
 
 
Todo acabó con una buena comida a base de setas, como no podía ser de otra manera y un mejor ambiente propiciado por las jornadas organizadas.