jueves, 29 de agosto de 2013

Ansó-Fago. Circular en BTT.

El sábado pasado, pude, después de todo el verano, sacar la bici a pasear. Salvo alguna pequeña vuelta con Elia, que había evitado la acumulación de polvo en el cuadro, no había hecho nada sobre las dos ruedas.

 
 
En vista del tiempo reinante, tomé la decisión de no subir valle arriba, ya que las nubes de cierzo tapaban toda la cabecera y el destino viró en torno a las localidades de Ansó y Fago.
 
 
 
 
Tomé la pista de Ezpelá para ascender cómodamente por ella. Al llegar al final de ésta, me dirigí hacia el Marrón o Morrón del Toro, donde un pequeño tramo ciclable era flanqueado por otros dos cortos tramos de pequeña porteada hasta llegar al citado lugar.
 
 
 
 
Ahí, en la divisoria de aguas, las vistas hacia el barranco de Romendía y el Fraile y la Monja son de lo mejor. También observo lo acertado de la decisión de no ir a la cabecera del valle y me veo contento de ponerme a resguardo del cierzo reinante en el giro hacia la solana que voy a realizar.
 
 
 
 
El camino resulta bastante ciclable, con algún que otro corte, hasta la Loma de Campuyó, donde se vuelve a tomar una trocha muy cómoda y casi con nula pendiente hasta la pista de Fórcala.
 
 
 
 
Al llegar al enlace de la trocha con la pista, me vuelvo a encontrar con Basteré. El ya se volvía hacia casa después de completar su carrera matutina por Ezpelá y Changarrapán. Yo decidí tomar la pista de Fórcala en dirección Fago para abandonarla, a escasos cien metros, y coger la trocha que baja por el Paco Ablento, umbría del barranco del mismo nombre y que, con una pendiente muy válida, desciende hasta el fondo del valle.

 
 
 
 
La bajada por la trocha resulta bonita. La única pega era la abundante hierba que aparecía en el suelo, provocada por humedad del verano y el casi nulo uso que tiene este recorrido. La hierba en realidad no resultaba incómoda, pero si ocultaba los zaborros movidos por los jabalíes y que aparecían por sorpresa entre ella dándome algún que otro susto y obligándome a disminuir la velocidad considerablemente para evitar males mayores.
 
 
 
 
Nada más cruzar el Barranco de Ablento remonto un escalón para coger el camino que me lleva a Fago. El estado del camino hace que alterne tramos montado con algún pequeño corte, principalmente en las barranqueras que lo cruzan. Otra alternativa que me hubiera permitido mantener la continuidad, en cuanto a mantenerme montado en la bici, era la de bajar por los campos del fondo de valle. Las numerosas aliagas que casi cerraban la traza, unido a los pantalones cortos que llevaba, hicieron que me decantara por la opción más incómoda para la bici.
 
 
 
Después de tropezarme con Pilar, Andrea, Petra, Juanita,...que salían de misa justo cuando yo bajaba la cuesta del cementerio, me tomé un buen avituallamiento en Casa Alejos. Esta parada me dio fuerzas para subir por la carretera hasta Puyeta con un montón de recuerdos enviados para mis padres de casi todas las mujeres de Fago.
 

 
 
Una vez en el alto, me dirijo la Loma Escalerilla, junto a la Borda y Barrera de Foria para bajar por el camino viejo hasta Ansó. La bajada por el GR es de lo más disfrutona, e incluso anima a remontar por la pista el corto tramo que permite continuar por el mismo GR hasta la tejería, donde el camino, limpio de piedras, te hace sentir como un auténtico "rider". 
 
 
 
 
La llegada a casa a la hora de comer, completa un paseo ideal para una fresca mañana de verano.
 
 
 
 

martes, 20 de agosto de 2013

Puente Sil-Oza, camino viejo. Hecho

El sábado 10 de agosto nos cambiamos de valle para dar un bonito paseo con Elia. Además, el final del paseo tenía una buena recompensa para ella. Nos aprovechamos de tío Pedro para que nos dejara en el puente y nos esperara en Oza. De esta forma nosotros no teníamos que preocuparnos por el coche.
 
 
Al bajar del coche y empezar a caminar, Elia preguntó preocupada por su mochila. Al comentarle que íbamos a dar un pequeño paseo y que no era necesaria, se tranquilizó.
 
 
 
El sol de la tarde, sólo molestaba para hacer las fotos. Se trata de una zona especialmente agradable para los días de calor por sus agradables sombras.
 
 
 
Recientemente se ha hecho algún arreglo en el camino y se han colocado vallas que permiten pasar con más confianza en los tramos más peliagudos.
 
 
 
Como siempre, a Elia no para de llamarle la atención todo. Esta vez le sorprende la altura que se gana en cada giro de 180º del camino. También me echa en cara que siempre le digo que los abetos tienen un tallo único que les da un porte característico, al encontrarnos con un abeto espectacular con un porte a modo de candelabro.
 

 
 
Los abetos y las hayas van ganando poco a poco terreno a los arces, tilos y fresnos, conforme ascendemos valle arriba.
 
 
El camino hace un giro para salvar el barranco Espata y adentrarse en él. El bosque es alucinante y vemos líquenes que como dice Elia, "parecen telarañas". Le cuento que eso es un buen indicador de la pureza del aire y que somos unos privilegiados viviendo en este entorno tan sano y aprovechándonos de él, disfrutando como lo hacemos.
 
 
 
Al poco de pasar el barranco, los carteles indicadores nos ayudan a orientarnos y las carreras se suceden.
 
 
 

 
En poco más de media hora ya se escucha el griterío de los que vuelan por las tirolinas del Bosque de Oza. Elia pregunta que donde están y me dice si aparecerán por sorpresa como el ibón de Lacherito.
 
 
 
 
Efectivamente, sin darse cuenta y casi por sorpresa nos encontramos en el parque arbóreo de Oza. Esta era la recompensa que tenía Elia después del corto, pero espectacular paseo, por nuestro valle vecino.
 
 

 


 
 

 

 

domingo, 11 de agosto de 2013

Zuriza-Tachera. Ida a pie, vuelta en bici. Ansó

El domingo pasado repetimos con Elia la estrategia de esconder las bicis en el monte para hacer el camino de vuelta con ellas. Esta vez elegimos dejar las bicis en Tachera para bajar por pista hasta Zuriza. Iniciamos el recorrido a pie a la altura del Camping de Zuriza. Nos echamos al río para cruzarlo y recorrer el camino que discurre por la margen orográfica izquierda del barranco de Petraficha hasta Tachera.

 
 
 
El entretenimiento en el río con los "zapillones" era toda una garantía. Elia mejora la técnica cada día y ya consigue coger hasta tres de una vez.
 
 
 
 
Me cuesta sacarla del río, pero le convenzo diciéndole que seguro que encontramos cosas que no ha visto nunca. El monte se alía conmigo y pronto encontramos un gran hormiguero. Elia nunca había visto una estructura como esa y la cantidad de hormigas que allí se concentraban. Sabedor de que íbamos a encontrar gencianas al pasar por el "Camon de la Genciana", le digo que vamos a ver unas flores grandes con hojas del tamaño de la hoja de una lechuga en una pradera preciosa. La propuesta le convence y en consecuencia seguimos avanzando.
 
 
 
 
Todo llama la atención. Hasta las señales que aparecen en los pinos cuando hay un cruce de caminos. Por descontado, Elia no duda en recolectar fresas para ir recuperando fuerzas.
 

 
 
 
En el hayedo, las ramas, las "fayetas", y sobre todo, las grandes piedras forradas de musgo, forman parte de la diversión y el disfrute.
 
 
 
 
Conforme avanza la mañana, Elia me pregunta que si queda mucho para las bicis. Le comento que ya estamos muy cerca y le pregunto que si está cansada. Ella me recuerda que no se cansa nunca y que lo que quiere es coger la bici ¡ya!.
 
 
 
 
Los grandes bloques de un perfecto cono de deyección, igual sirven de entretenimiento, que para dar sal a las ovejas, que para esconder las bicis en un precioso aparcamiento. Aunque le propongo a Elia comer una barrita de las que le gustan, me dice que sólo se va a echar un trago de agua porque lo que quiere es ir en bici rápidamente. Supongo que con las fresas habrá tenido suficiente para el paseo suave que hemos hecho, ...???
 
 
 
 
A mitad de camino, en la fuente fría, echamos otro trago y aprovechamos para descansar las manos de tanto frenar. Solo nos resta llanear hasta donde hemos dejado el coche para completar el paseo.
 
 
 
 
Después de comer "como los mayores" en el Camping de Zuriza una muy buena comida, y de jugar un rato con su amiga Ainara, unos baños reparadores en el río completan un día de principio de agosto, donde los dos disfrutamos de las muchas posibilidades que ofrece el valle.