lunes, 30 de septiembre de 2013

Reconocimiento de mugas en Candanchú y paseo por Astún en BTT.

El Ayuntamiento de Ansó retomó el pasado domingo un interesante evento como es el de reconocer sus mugas con los vecinos franceses de los valles de Aspe, Lhers y Lescun que es con los que linda su extenso término municipal. Nunca había estado en un asunto como éste que se dejó de hacer a principios de los 90 pero que era una forma habitual de mantener encuentros con los vecinos y observar el estado y mantenimiento de los mojones o cruces o hitos numerados que definen perfectamente la frontera entre los dos países.

 
 
La cita fue en el puerto de Somport, y en el Albergue Aysa se nos explicó lo que se pretendía hacer a lo largo de la mañana. Esto produjo unos encuentros entre personas de ambos lados de la frontera. Para mi fueron nuevos, ya que yo no conocía a nadie de los que allí estaban, pero otros, me parecieron encuentros muy agradables que transmitían emotividad y me provocaban admiración.
 
 
Una vez que nos enteramos que teníamos 24 mojones por reconocer desde Somport hasta la Mesa de los Tres Reyes y que en el día, solo íbamos en busca de uno ... y desaparecido, y aunque la pinta de la meteorología no auguraba nada bueno, había que ponerse manos a la obra sí o sí.
 
 
 
Nos pusimos en camino hacia la salida natural del Tubo de la Zapatilla, donde se supone que estaba la cruz 297 tallada en la roca y que delimitaba los términos de Ansó, Aisa y Francia. Desde este punto y hacia el oeste, solo Ansó linda con Francia hasta la mencionada Mesa de los Tres Reyes, en donde comparte término con nuestro vecino valle de Roncal.
 
 
 
Al llegar a la base de las paredes de la Zapatilla localizamos el lugar donde tenía que estar grabada la cruz con su número correspondiente. Un gran bloque de piedra se había desprendido y la señal no estaba.
 
 
 
Los militares habían reconocido a representantes del Ayuntamiento de Ansó, que, en sus maniobras habituales por la zona, se habían empeñado en que la cruz era el enemigo y que no habían parado hasta que lo redujeron.
 
 
 
De común acuerdo y con representantes institucionales de los dos países se marcó a mano la señal. De igual manera, se acordó emplazar a más altas instancias para resolver la situación de una manera lo suficientemente formal como para que tenga la validez necesaria. 
 
 
Todo terminó en el punto donde habíamos empezado, el Albergue Aysa, donde Perico nos preparó un apetitoso picoteo que nos supo muy bueno después del paseo y la "fartera" (de agua). Los allí presentes quedamos en retomar esta costumbre perdida para revisar la línea fronteriza todos los años.
 
Una vez terminada la "fartera" (de comer), decidí subir a Astún y, aprovechando que la lluvia había dado una tregua, dar una vuelta con la bici.
 
 
 
Como no sabía lo que iba a durar la tregua seca, y ante la amenaza muy próxima de unas nubes muy grandes y muy negras decidí poner la directa y subir hacia el lago de las truchas por la pista de "Toboganes".
 
 
 
Pese a que tuve que coger la bici de la oreja en las pendientes más empinadas de la pista (se supone que es para esquiar), en menos de media hora llegue a donde termina el telesilla de Truchas. Una fina lluvia irrumpió y asumí que me tocaba la segunda "fartera" (de agua) del día, pero milagrosamente paró y me dejó llegar a ver el ibón con cierta tranquilidad.
 
 
 
 
Para bajar, en vista de que la tregua de lluvia continuaba, decidí bajar por la pista (esta vez forestal) placentera y con muy buen estado, que cruza prácticamente la estación desde la zona de "Truchas" hasta el aparcamiento de la estación pasando por la zona intermedia.
 

 

 
Aunque me daba el sol, las nubes negras y gordas no terminaban de desaparecer. Pero la sensación de recorrer la estación sobre ruedas en lugar de sobre unas tablas no me dejaba indiferente.
 
 
 
Al final, las nubes negras y gordas esperaron a descargar después de haber llegado al coche lo que me permitió disfrutar de un agradable paseo por Astún, eso sí, creo que no pasó un minuto seguido sin dejar de mirar al cielo.
 
 
 
El chaparrón me pilló en Rioseta y no paró hasta pasar Castiello, pero ya no me preocupaba para nada. ¡Cómo cambian las cosas dependiendo de la situación en la que te encuentras!.
 

 

 


 

 

 
 
 

 
 

 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Arista de los murciélagos. Pico Aspe.

El pasado sábado, y después de tres aplazamientos producidos por la meteorología, pudimos ir Pablo y yo a la arista de los murciélagos. Esta vez la meteo pronosticaba buen tiempo y sin dudarlo salimos de Ansó a las seis de la mañana en dirección a Aisa, con la intención de empezar a caminar a las siete.




Cumpliendo horarios nos pusimos a caminar justo pasadas las siete de la mañana y la aproximación nos costó unas dos horas, con lo que, a las nueve estábamos al pie de la aguja "donde estás tú". Por el camino ya nos encontramos a Unai y Beñat (www.capraalpina.com), y sólo les adelantamos en una parada que hicieron para descansar un poco. Tanto ellos como nosotros decidimos saltarnos el tramo de II del collado hasta la aguja "donde estás tú", y arrancar justo a pie de aguja. Así, formamos dos cordadas seguidas para recorrer la arista.




Pese a que la predicción era de buen tiempo, la niebla tapaba toda la arista. Solo dejaba ver los metros inmediatos, pero decidimos arrancar con la esperanza de que la "boira" levantara según avanzara el día.




Después de abrigarnos bien, arrancamos en los tramos de III ó III+ que salvan la primera aguja, y después de un pequeño destrepe, nos ponemos los gatos para afrontar el mejor tramo de la arista. La tirada de IV+ para subir la aguja "donde están éstos" resulta tan cómoda y sencilla como espectacular.





Dudamos un momento de si nos quitábamos los gatos o no para avanzar hacia el rapel por la arista. Al final llegamos al rapel con los pies de gato puestos y después de hacerlo nos los quitamos para llegar al paredón de la antecima.




Mientras Beñat y Unai seguían nuestros pasos, Pablo atacaba el paso mas complicado de la arista. Se trata de un V- que superamos sin problemas, aunque como comentó Pablo, en las reseñas que había mirado, ponía que había un clavo justo en el paso, lo que no ponía es que el clavo bailaba el chotis, el charlestón y hasta el cancán.




Las vistas que ofrece la arista eran espectaculares, siempre que lo permitía la niebla. No obstante, el sol, conforme iba avanzando el día se iba apoderando de la situación poco a poco.




El último largo que hicimos hasta la antecima, lo trazó Pablo un poco a su manera, apoyándose en que por donde había pasado había un clavo. Aumentó un pelín la dificultad pero pasamos sin problemas. Unai y Beñat hicieron la última reunión justo debajo de nosotros y observaron que el paso final era por el otro lado de por donde habíamos tirado.





Al final, el día despejó y solo arriba pudimos quitarnos la chaqueta. Nos hicimos unas fotos y nos despedimos de Unai y Beñat que tenían que bajar con más prisa que nosotros.



Después de unas cuatro horas de arista y otras dos de bajada hasta el coche, el hambre apretaba de lo lindo. Decidimos parar en la Borda Juan Ramón para echar un bocado. Pese a pasar de las cuatro de la tarde, nos dieron de comer estupendamente y además nos trataron como a todo el mundo le gusta que le traten, bien.


Ya relajados y tomando un café en la terraza de la borda, tiré de zoom para tener una imagen de la arista que se nos había negado por la niebla durante todo el día. Volvimos a casa tan contentos de haber disfrutado de otro muy buen día por el monte.