lunes, 11 de marzo de 2013

Pico Ory con esquís.

El pasado lunes 4 de marzo cambiaba el tiempo. Venía flujo del sur y parece que entraba con fuerza a partir del mediodía. Todavía teníamos tiempo de aprovechar la mañana y con Agus, José Antonio y el que escribe decidimos acercarnos al Ory.
Cuando llegamos a Abodi, el aire era bastante fresco y pese a ponernos a foquear sin demasiadas pausas, el cortavientos no nos lo quitamos en toda la mañana.

 
 
Desde Abodi continuamos por la carretera hasta el túnel, siempre con la vista puesta en nuestro objetivo, y observando a la vez las grandes extensiones de bosque que forman la cabecera de la Selva de Irati.
 
 
 
 
Al llegar al túnel observamos que aún queda tiempo hasta que pueda ser transitable con vehículos. La curiosidad nos puede y José Antonio y yo nos asomamos a su boca. Allí nos sorprenden las estalagmitas de hielo que nacen desde el suelo. Mientras tanto, Agus coge su ritmo y se aleja de nosotros dirigiéndose hacia el Ory sin titubeos.
 
 
 
Después de curiosear en el túnel, nos lleva un rato alcanzar a Agus que había pillado ventaja y avanzaba cómodamente por la pala.
 

 
 

 
Al llegar a la pala somital, me doy cuenta que el estado de la nieve nos va a permitir bajarla esquiando. Y no sólo eso, al ver que dos mozos que iban por delante se asomaban a la arista y tal y como lo hacían retrocedían al resguardo de la pala, decidimos subir por ella al encuentro de la cima.
 

 

 
 
 
Conforme vamos asomando la nariz hacia la punta, el viento es cada vez más fuerte. Yo consigo llegar hasta arriba con los esquís puestos mientras que José Antonio y Agus prefieren quitárselos para salvar la pala. Justo antes de saltar a la cima, decido quitarme los esquís por miedo a salir despegando por la arista. El aire del sur previsto para el mediodía no se ha hecho esperar y se impone con fuerza.

 
 
 
Después de pasarlas canutas para quitar pieles, sujetando a la vez esquís, bastones, mochilas y las propias pieles para que nada saliera volando, hincamos los esquís en la nieve con la fuerza suficiente para que tampoco vuelen y saltamos la cornisa a pie.
 
 
 
 
Tras disfrutar poco rato de las espectaculares vistas, y pensando si todavía estarán los esquís donde los hemos dejado, nos preparamos para esquiar las palas agradables del Ory desde la punta.
 
 
 
El casi nulo rehielo nocturno de ese día, después de unos días de frías noches, hizo que la bajada fuese una gozada. Sólamente, apurando la pala hacia abajo, aperecía la nieve algo más pesada lo cual, unido al viento del sur, nos permitía bajar rectos hacia el barranco sin apenas coger velocidad. Después de disfrutar de las palas, volvimos a tomar la carretera para llegar a Abodi donde nos tomamos unas cervezas bien a gusto.