martes, 16 de abril de 2013

Esquí de travesía en Ansó. Alano-Tresveral

El sábado 13 pudimos llegar con coche hasta Tachera, era el primer día después del invierno que se podía acceder. Salimos temprano de Ansó Peyo, Javi, Pablo y yo. El objetivo principal era bajar la pala de Tresveral desde su imponente collado. Las previsiones meteorológicas eran muy buenas pero la realidad del inicio de la mañana no fue tal. Esta vez no se cumplió lo de que "a quién madruga, Dios le ayuda".



A poco más de las seis de la mañana nos calzábamos los esquís sin portear nada desde Tachera a menos de 1300 metros. La aventura comenzaba, y el último de la fila se quedaba sin puente para pasar el barranco.



El amanecer nos pillaba entrando en el estrecho que da acceso al Achar de Alano y el rehielo previsto se había visto anulado por un cielo nublado.




Al llegar a Alano decidimos ir hacia el Rincón para alargar la mañana. Pasamos del calor al viento y la niebla y la nieve fue trasformándose desde el tipo pescadería, hasta la nieve helada pasando por la costra.




A mitad de subida Javi y yo pusimos cuchillas. Mientras yo hacía esto, se me escurrió un bastón y él solo fue bajando hasta que se frenó en la nieve húmeda del fondo del valle. Decidí continuar hacia arriba y recogerlo a la vuelta. Pablo se tuvo que quitar los esquís porque se le despegaba una de sus pieles y Peyo decidió subir a pie los últimos metros. Para colmo, al llegar a la punta y, en un pequeño hueco de claridad entre la niebla, nos dimos cuenta de que no estábamos en el Rincón de Alano, sino que habíamos subido al pico de al lado, que en los mapas nombran como Punta Mazandú. Sin pararnos a pensar mucho, quitamos las pieles y zumbamos para abajo cuando parecía que quería despejar.





Aunque las nubes seguían agarradas en el Rincón de Alano y Peñaforca, parecía que el resto de la zona iba despejándose poco a poco. Recuperé el bastón y llegamos a la caseta de Alano para echar un bocado y ver si todo mejoraba un poco. El tentempié nos sienta bien y Pablo soluciona lo de la piel gracias a unos alicates. Los claros de sol parecen ir ganando terreno a la niebla y el ánimo vuelve a subir. Vemos como unos montañeros entrecruzan sus trazas de subida con las nuestras de bajada dirigiéndose hacia Peñaforca, que seguimos sin verlo, mientras nosotros nos dirigimos hacia el collado de Tresveral.




Al ver la Punta de Tresveral, nos tienta y decidimos subirla antes de meternos a bajar la pala. Esta vez Javi nos espera en el collado concentrado para la bajada por el amplio circo de Tresveral.





En la punta de Tresveral también perdimos poco tiempo, todos teníamos ganas de emprender la bajada, que era en realidad el objetivo del día.




El ambiente y la esquiada que tiene el circo de Tresveral son espectaculares, igual que las vistas del anticlinal que forma el circo de Ezcaurri. Su orientación noroeste mantiene una calidad de nieve extraordinaria para estas alturas de la temporada y en unas cotas tan bajas. El secreto que tiene esta zona para que casi nadie la esquíe es que no tiene salida. La solución es quitarse los esquís y portearlos por camino hasta Zuriza, aunque algunos como Peyo encuentran drásticas soluciones para minimizar la porteada.




Aunque el día no empezó de las mejores maneras, si que terminó como estaba previsto en cuanto a la meteorología, y de mucho mejores en cuanto al disfrute de un buen día por el monte.