jueves, 25 de abril de 2013

IV Trancs de les Maladetes. Sacroux 2671 mts.

El pasado sábado 20 de abril, Pablo y yo acudimos a la habitual cita organizada por la Agrupación Deportiva Hospital de Benasque por estas fechas que es el Trancs de les Maladetes. Esta vez la organización eligió el pico Sacroux, limítrofe con Francia, de menor altura que los gigantes que le rodean pero que resultó ser otro gigante a tenor de la esquiada que nos brindó.




A las 7:30 estaba prevista la salida, y mientras el Sr. Feliu (que parece ser el germen de este acontecimiento) nos daba la bienvenida como en él es habitual, el tiempo no acababa de despejar. Habíamos pasado la noche en el Hostal Parque Natural como el año pasado y habíamos descansado bien después del viaje que ahora es bastante más corto por la apertura de la carretera entre Yebra de Basa y Fiscal.





El inicio en el bosque se fue complicando. A la masiva asistencia de participantes, rondábamos los setenta, se añadía una fina capa de nieve polvo sobre una base dura, que al paso de la gente afloraba originando algún que otro resbalón. Entre patinazos, pinos y algún que otro pequeño atasco, fuimos remontando en busca de la tasca.



Este año, a diferencia de los anteriores, nos permitieron decidir si participábamos en la crono o seguíamos sin parar hacia arriba. Decidimos ir subiendo sin participar en la prueba unos cuantos, lo que nos permitió observar la espectacularidad de la competición en el esquí de travesía.




La meta estaba en las inmediaciones del Ibón de la Solana, y desde allí, mientras nos reagrupábamos con los competidores, observábamos el desprendimiento de un gran bloque de nieve en una de las repisas del Puerto de Gorgutes, antes de proseguir con la marcha.





Valle abajo había ventana de sol, pero las nubes y nieblas que venían de Francia nos lo tapaban todo.



Después de cruzar el Ibón de Gorgutes, la niebla se hacía más espesa en dirección a nuestro objetivo.





En la base del corredor final, la organización decidió que todos debíamos dejar los esquís y calzarnos los crampones. Nos hubiera gustado esquiar el pequeño corredor, pero realmente parecía impensable que setenta personas subiendo y bajando por un sitio tan pequeño pudieran organizarse sin ocasionar un verdadero caos. La decisión nos pareció acertada.



Entramos en el primero de los cortes que se hicieron para que todos pudiésemos disfrutar de la sensación de hacer cima, ya que no podemos decir nada de las vistas que eran prácticamente nulas. Arriba nos reencontramos con Guillem ("jabalí" de la organización) y, esta vez y no como el año pasado, lo celebramos en la punta.





Al llegar a la base del corredor, donde habíamos dejado los esquís, un amago de sol nos animó a no perder tiempo en iniciar la bajada. Mientras, todavía subía gente hacia el pico.



Aunque el sol no llegó a lucir en ningún momento, el amago de despeje nos permitió una buena visibilidad. Esto, unido a una nieve polvo espectacular hicieron que la bajada fuera extraordinaria.



Al llegar al Hospital de Benasque, Jorge nos atendió tan bien como siempre, tomamos un par de cañas y luego a comer bien a gusto y en buena compañía.