lunes, 23 de diciembre de 2013

Vuelta al Soum Couy con esquís

El martes pasado, fuimos con Pablo a buscar la nieve francesa. Nos dirigimos a la estación de La Pierre San Martin-Arette con la idea de rodear el Soum Couy. El día salió con el sol un poco velado, pero estaba bastante aceptable.



Entramos por la estación cruzando por el Boulevard des Myrtilles hasta la silla que lleva al Soum Couy, a partir de allí nos adentramos en un laberinto de agujeros, simas, grietas, dolinas,... propias del paisaje kárstico en dirección al Pas de L´Osque.




Para salvar el Pas de L´Osque tuvimos que perder muy poca altura con respecto al GR 10, ya que la nieve permitía realizar flanqueos con cierta seguridad.



Con bastante buena innivación y con un buen abanico de tipos de nieve nos dirigimos hacia el Pas D´Azuns a través de un pequeño valle precioso. Una vez en el collado echamos un vistazo al mapa y un bocado ligero, con trago, para reponer fuerzas.



Tras un pequeño destrepe para aprovechar al máximo el terreno esquiable, nos echamos hacia abajo por una nieve primavera que nos hacía olvidar las costras potentes que habíamos ido viendo hasta llegar allí. No sin titubeos, y más por mi parte, bajamos definitivamente hasta la Cabane du Cap de la Baitch. La borda es espectacular. Además de la edificación, apoyada en una gran roca, y la teja de madera como solo había visto hasta ahora en la Borda Chimena, el entorno que rodea a la caseta resulta mágico.




Además de disfrutar de la caseta y su interior, con unas condiciones para pernoctar extraordinarias, nos sorprende las vueltas que ha dado un oso por sus alrededores en busca de quien sabe qué, dejando sus huellas en la nieve.




Tras darle la razón a Pablo en su afán por bajar hasta la caseta, ya que había merecido la pena por todo, nos toca la remontada más importante del día en dirección al Col de Anies con vistas al Pic de la Countende, dejando atrás Les Orgues de Camplong, grandes murallones que resguardan un precioso bosque, donde seguramente se esconda a sus anchas el oso que por allí había paseado.




Tras cruzar un gran agujero, decidimos quitar las pieles y aventurarnos en el segundo laberinto del día bajo un cielo más que gris. Una única huella de esquís reciente nos va guiando a través de múltiples agujeros y grietas hasta las pistas de la estación como por arte de magia sin tener que remar hasta el final y que, con una corta escalereta, nos coloca en la estación por donde esquiamos hasta el coche.




Día completo donde hemos elegido las mejores zonas para esquiar y hemos evitado las siempre incómodas costras que en este día eran bastante abundantes. Nos volvemos a Ansó con buenas sensaciones por lo que hemos visto, pese a no haber subido a ningún pico de la zona.