miércoles, 14 de septiembre de 2016

Paseo circular por Belabarce.

El pasado domingo, 11 de septiembre, se preveía calor en Ansó. No daban ganas de hacer muchas cosas, pero apetecía romper con una temporada de inactividad propiciada por acumulación de faenas caseras. Con esta situación le propuse a Elia ir a hacer una circular que, aunque corta, tenía un montón de sorpresas por conocer y además la íbamos a realizar por sombra.




El recorrido está señalizado y parte desde el Puente de Otsindundua, junto a la Cueva del Ibón. Un gran cartel en su inicio da a conocer la ruta que, como allí pone, descubre "el valle de los secretos".




Ya lo creo que hay secretos, solo hay que buscarlos y se encuentran. Los que tienen más imaginación todavía encuentran más.




Como siempre, los bosques dan para mucho. Además de la imaginación, pueden llevar hasta a discusiones como la que tuvimos Elia y yo poco antes de dar vista al valle de Belabarce. Y todo porque ella decía que había rozado con mi bota un escarabajo y yo que no. No se cuando paramos de decir ella que si y yo que no, pero lo que tengo claro es que yo no dije la última palabra, ...y eso que tenía razón.




Elia escapó del sol en que pudo, después de un recorrido por sombra, no era cuestión de perder tiempo al sol y rápidamente echó a correr para meterse de nuevo en el bosque. Siempre llama la atención los portes de las hayas que en su día fueron utilizadas para obtener carbón a través de las típicas carboneras. Los rebrotes que ahora se ven en forma de candelabro partiendo de un tronco rechoncho permiten explicar a Elia los antiguos aprovechamientos ahora ya olvidados.




Tras unos tramos de caminos empedrados llegamos a la Cascada de Belabarce. Lugar espectacular y fresco donde uno puede dejar pasar el rato y disfrutar...




Elia prefirió utilizar las viejas escaleras frente a las nuevas pasarelas que se han colocado desde que se está promocionando el recorrido, incluso han realizado un folleto con un plano que Elia utilizó para orientarse.
No deja de llamarme la atención el interés que se pone por todos los lados en el tema de la recuperación de caminos y su señalización y promoción. Contrasta enormemente con lo que ocurre en Ansó, que siendo el valle de todo el Parque Natural de los Valles Occidentales con menor número de caminos limpios y señalizados, precisamente este año una de las pocas órdenes claras que ha tenido la cuadrilla de mantenimiento de la zona es que este año no se recupera ni un centímetro de camino en todo el valle,... ufff!!!???




Dejando de nuevo las cosas incomprensibles a un lado, y tras un pequeño bocado, nos dispusimos a disfrutar del camino y de la mañana. Ya solo nos quedaba el camino de vuelta y en el descenso, como siempre, las propuestas de echar carreras son bien aceptadas.




El descenso lo hacemos en un pis pas y enseguida llegamos al río donde aún quedan viejos puentes, respetados y cuidados pese a las obras de la carretera. En un corto paseo hasta el coche aún aprovechamos para distinguir diferentes piñas que nos encontramos por el camino.




Acertamos al dejar la visita a la Cueva del Ibón para el final, ya que la previsión del calor se iba cumpliendo, y al llegar al mediodía, el mejor sitio para estar, sin duda, era en el interior de la cueva. Elia flipaba, recorría todos los rincones de la cavidad y hasta había localizado murciélagos. También me decía que, aunque un poco corta, la excursión del día le había molado un montón.



Paseo curioso, sencillo y con un montón de cosas para disfrutar tanto niños, como mayores. Bien señalizado y realizado con interés, los resultados están garantizados, ¡toda una gozada!. El folleto lo cogimos en la oficina de turismo de Roncal.