jueves, 18 de febrero de 2016

Recorrido Olmos y serbales. Circuito de raquetas Las Eras, Ansó.

Esta mañana nevaba en Ansó. Cuando Elia se ha levantado se ha puesto muy contenta. Además de no tener que ir hoy a la escuela, tendría la posibilidad de tirarse con el trineo,..."¡super!". Pero al rato se ha dado cuenta que la cosa aflojaba y que aunque los tejados estaban blancos, no había suficiente nieve para tirar pilocos ni para ir con el trineo, ..."¡vaya!".
La mañana iba avanzando y ni siquiera quería salir a la calle, así que le he propuesto coger las raquetas y dar una vuelta por Las Eras... "¡vale!".




Hemos salido algo tarde, pero la temperatura era agradable y la nevada poco intensa. Una de las ventajas del circuito es que da mucho juego con las abundantes opciones que tiene, así que hemos arrancado y ya veríamos hasta donde llegábamos.




Antes de llegar al puente de la pista que cruza el barranco ha parado de nevar y nos hemos quitado las chaquetas. A Elia le gustaba abrir huella, pero en el momento que el terreno se empinaba un poco se volvía y me decía: "oye morrudo, pasa tu delante que yo llevo mucho rato".






Cuando hemos llegado a la zona donde rompí los taludes el otro día con los esquís, de nuevo ha querido pasar delante, "como mola este cajón, y que bien se va", decía.




De nuevo ha vuelto a empezar a nevar, pero todo estaba en calma y tampoco nos estábamos mojando mucho, así que mientras no arreciara, hemos decidido no pararnos para ponernos el chubasquero.




Al pasar por al lado de uno de los abetos, Elia se acordaba de haber estado allí merendando en verano en una excursión que hicimos buscando la sombra para evitar el calor, ...¡menudo cambio!. 
Cuando de vez en cuando le preguntaba si le gustaba lo que veía, me decía que si porque parecía que estuviésemos perdidos.





Conforme íbamos subiendo, la nieve que caía aumentaba y el aire, al ir acercándonos al cerro, se empezaba a dejar notar. Hemos decidido ponernos algo de ropa y,...¡oh, sorpresa!. Los guantes gordos de Elia me los había dejado en el coche y yo solo llevaba finos. Sobre la marcha, hemos preferido no salir al cerro para evitar estar más expuestos al viento y a la nieve, y el recorrido "Olmos y serbales" nos ha venido como anillo al dedo. Aunque mis guantes le iban un poco grandes se los ha puesto. Como no terminaba de calentar los dedos hemos hecho otro invento, y un "buff" en cada mano han dado la solución esperada.




En la bajada no ha dejado que me pusiera delante. La estaba gozando a lo grande. Yo no paraba de preguntarle si se le habían calentado las manos, y la respuesta era todo un clásico ya. "¡Que si, ...pesau!".





Cuando hemos llegado a la carretera, Elia se ha quedado un poco chasqueada. "¿Ya hemos llegado?". Pero pronto, con la propuesta de tomar un cola-cao en el refugio de Linza, se ha animado, y lo que es mejor, ya tenía ganas de volver otro día con los guantes para hacer el recorrido más largo.