lunes, 10 de abril de 2017

Vuelta al Anie con esquís de travesía

Ayer domingo nos fuimos con Pablo a esquiar. No teníamos muy claro a donde acudir pero en lo que sí estábamos de acuerdo era en no portear. El día anterior Pablo había estado por Panticosa y yo anduve por la costa mediterránea con lo que no nos apetecía ir muy lejos con el coche. Ante esta situación solo quedaba la solución del Anie.




Partimos desde la curva helicoidal de la carretera hacia Arette y entramos por las pistas de fondo de La Contienda aún pisadas y en uso, con buena cantidad de nieve y sin porteos.




El día era espectacular y la nieve, abundante, estaba como corresponde por estas fechas y en un día despejado de primavera, algo dura.




Ante esta situación decidimos retrasar un rato la subida al Anie y nos fuimos hacia el collado entre el Añelarra y el Péne de Castetné para ver el panorama.




Tras titubear un rato y no saber muy bien que hacer, decidimos subir al Péne de Castetné y después ir hacia el Anie.




Después de fichar un posible recorrido hacia la Mesa de los Tres Reyes con muy buena pinta desde allí, continuamos nuestro camino hacia el Anie tras un descenso con nieve algo dura todavía.




Pusimos cuchillas para subir la pala del Anie y al llegar a arriba nos llevamos una sorpresa alegre al encontrarnos con el incombustible Popol. Como siempre que ésto ocurre nos saludamos y hablamos. Nos comentó que él iba a bajar por la cara norte rodeando el pico para volver hacia la estación de Arette. Nos propuso bajar con él y aceptamos. Su acompañante, Pablo y yo nos pusimos en sus manos y nos llevó a dar la vuelta al pico en la bajada.




Disfrutamos de una buena bajada con nieve transformada que permitía esquiar cómodos. También disfrutamos de la trazada de Popol que se conoce la zona a la perfección y nos descubrió esta vuelta tan maja.





Pusimos pieles para remontar al collado y volvimos a disfrutar de la trazada perfecta y el ritmo uniforme de Popol.




En el collado nos despedimos hasta la próxima, agradeciendo la ruta que nos había enseñado, la compañía tan agradable y todo lo que habíamos aprendido con alguien con tanta experiencia. Un día con cierta apatía por no saber muy bien que hacer, se convirtió en toda una gozada compartiendo muy buena compañía y aprendiendo mucho más que cualquier día de monte, en un día espectacular y del que guardaremos un buen recuerdo.

¡Muchas gracias Popol, nos vemos en el monte!