sábado, 13 de enero de 2018

Circular por el Sobrante de Linza con esquís. Ansó

El viernes pasado 12 de enero salió despejado en Ansó como estaba previsto. Se había pronosticado un día de tregua soleada después de varios días nevando y lloviendo sin parar. Pese a esta situación, en la cabecera del valle, unas nubes bien feas tapaban todo creando bastante incertidumbre. Tardé un rato en decidirme pero finalmente eché los esquís al coche y me fui para arriba.




Por el camino veía como iba despejándose y la cabeza no paraba de pensar a donde ir. Era tarde, tocaba abrir huella allá donde fuera, estaba solo y convaleciente de un catarro, o gripe, o lo que sea, pero que me había dejado bien jodido, con lo que las aspiraciones no podían ser altas. Llegué a Linza y mientras me calzaba las botas, apareció Peyo por allí. Ya se iba, pero al comentarle que iba a dar un paseo sin grandes aspiraciones y, aunque él también tenía que bajar a Ansó con hora, se animó y partimos los dos hacia el Sobrante de Linza.




Realmente daba igual hacia donde ir porque el día y la nieve estaban espectaculares. Allí uno se olvida del catarro, de las navidades y de todo,... ¡que gozada!.




El aire en las alturas movía la nieve y parecía que en los picos hubiese fumarolas, mientras que la nieve reciente de las cornisas de La Paquiza de Linzola producía coladas ladera abajo con la insolación reinante.




Antes de llegar a divisar la zona de Petrachema y el Mallo nos teníamos que conformar con las vistas que nos ofrecía Maz, mientras subíamos tranquilos disfrutando de todo el entorno.




A Peyo le empezaron a entrar llamadas pero, por más que lo intentaba, no conseguía hablar. Fuimos buscando cobertura por el cerro hasta quitar pieles y nada. Mientras el buscaba cobertura yo echaba fotos de la zona.



 

Cuando quitábamos pieles para bajar, le entró otra llamada, nada, se movió un poco dejando la mochila y los esquís para ver si esta vez podía comunicar y, en estas, una racha de viento fuerte se llevó volando uno de sus guantes. ¡Encima nuevos!.




Modificamos un poco la bajada para ver si lo encontrábamos y ...¡bingo!. Cuando lo estaba pillando, otra llamada, esta vez también pudo hablar. Todo solucionado. Nos dejamos caer hasta la Foya de Los Ingenieros con la intención de terminar la vuelta bajando por la pista de esquí de fondo.




Aunque ya estamos acostumbrados a esta situación no deja de llamar la atención encontrarse la pista sin pisar y más el día previo a un campeonato de España de esquí de fondo. Aunque el ambiente en el llano de Linza era espectacular y el circuito preparado para la competición, tanto los competidores como los visitantes decidieron adentrarse por la pista hasta la Foya de Los Ingenieros aunque no estuviese pisada, seguramente abducidos por el entorno, la calidad de la nieve y el paisaje que se podía ver en un día majísimo.




Como este año es preelectoral, seguro que algún político nos vende alguna ampliación de las pistas y todos tan contentos. Y ante la borágine de estupidez en la que estamos sumidos, me atrevo a aconsejar realizar la ampliación hacia el sur, por la zona de solana y a ser posible perdiendo algo de cota. Así habrá mas probabilidad de poner excusas por falta de nieve cuando también se quede sin pisar.




Realmente disfrutamos de la pista sin pisar con una nieve espectacular y lo mejor es que no fuimos solos. Realmente el Espacio Nórdico de Linza es alucinante. Hace un par de años escuché una expresión que utilizo mucho en estas situaciones que realmente funciona y es: ¡TODO MUY BIEN!



Pasamos un rato buenísimo realizando una miniactividad. La buena compañía, la nieve, el sol y el paisaje superan todas las situaciones extrañas que puedan existir.

¡TODO MUY BIEN!