domingo, 21 de enero de 2018

Lariste o Punta A Ralla de Las Foyas desde Oza

El jueves 18 quedamos Pablo, Peyo y yo en Ansó para juntarnos con Miguel en Hecho y subir a Oza con los esquís. Un destinatario equivocado en mi mensaje de whatsApp hizo que a Peyo no le llegara la información y no apareciera por la mañana. Se me hizo tan raro que, al mirar los mensajes en el móvil, me dí cuenta del chandrío. Un telefonazo rápido solucionó la situación y los tres partimos para encontrarnos con Miguel.




La pista estaba con nieve desde Oza, pero al llegar a la Cantalera, nos vimos obligados a descalzar los esquís y sin quererlo nos vimos metidos en una porteada inesperada. Hasta el Estrecho de las Foyas no pudimos volver a calzar los esquís. 




No era la primera vez que avanzábamos con los esquís en la mochila por la zona en esta temporada, pero esta vez teníamos garantizada la nieve en la parte alta, así que, entre cachondeo y comentarios mil sobre la porteada, tiramos en busca de la nieve.




La recompensa llegó en forma de una ligera capa de nieve reciente sobre una base, que sin ser dura, resultaba lo suficientemente estable tanto par subir como para, como comprobaríamos después, bajar.




La blancura que teníamos ante los ojos en un día fenomenal, contrastaba con la escasez de nieve de las partes más bajas de Guarrinza.




Todo el entorno visible de Las Foyas, Añarón, Santa María y A Ralla, estaban espectaculares y redondeados por la capa de nieve.





Una vez arriba, y dando vista a Francia la imagen continuaba y las Cabañas de Bonaris tenían un aspecto de postal.




Un pequeño cambio en la ruta de ascenso puso un poco de ambiente al día. Una afilada arista, formada por una cornisa, hizo que disfrutáramos como lo deben hacer los funambulistas, pero con la diferencia de tener una cómoda base para los dos pies con los esquís puestos, en nuestro caso.




La recompensa de llegar a la cima es, como siempre, agradable. Esta vez en Lariste o Punta A Ralla de Las Foyas el día despejado dejaba ver todo a nuestro alrededor.




Estuvimos un buen rato en la punta, se estaba de maravilla, sin frío y sin aire. Echamos un bocado, unos con más ganas que otros, y tras la foto de cima nos dispusimos a disfrutar también de la bajada.




Una nieve en muy buenas condiciones nos permitió aprovechar al máximo la bajada. Todo se convirtió en un buen festival de giros. Teníamos todo para nosotros y cogimos lo que nos apeteció.




Las laderas quedaban marcadas con nuestras huellas y cada uno elegía el tramo que más le agradaba. Los rastros de bajada se mezclaban con los de subida y el disfrute era tremendo.




Apuramos la bajada por el Barranco de Las Foyas hasta que se terminó la nieve completando una esquiada bien maja.



Después del festival de giros asumimos la porteada de vuelta de otra manera. Una buena cerveza en el Camping Selva de Oza terminó una jornada de lo más completa, en la que las tecnologías, o sus usos, no fueron lo eficientes que deberían. Esta vez Pablo guardó el track con su móvil ya que mi GPS se había quedado sin pilas.